LA SEÑAL
Ha sucedido
súbitamente, aquí, en España, en este
año, en este siglo,
dentro
del tiempo, que ha caído el dolor a pleno
semicírculo cero, Puerta del Sol,
Madrid. Y se ha esparcido.
Y ha recorrido
calles, plazas, hoteles, museos y tranvías
arrumbados, colmenas
sin miel donde una gente yace
esperando, sufriendo
una resurrección de agua perdida.
Ha sucedido que el dolor tomaba
su moneda en el metro, que extendía
su mano ya tocando
un parietal de hombre, un fémur
de muchacho, un seno
de mujer. Iba
en persona, suelto
como papel abandonado, libre
igual que una quimera.
De pronto se apeaba, leía
un cartel: Río Rosas, Alenza,
alzaba, humildemente sardónico, su índice,
señalaba un olor, e íbase.
Algo ocurría allí, se estremecía
el viento, se paraban
las aguas.
Ha sucedido, entre la muchedumbre,
que alguien era tocado,
asesinado en vida. No
lo vendría a saber
hasta la muerte, pero
tal vez sintiérase ya único
para siempre, con una rosa amarga
señalada en su pecho.
Jesús Hilario Tundidor